| dc.description | En la ciudad de Quetzaltenango, los Obispos de Guatemala celebramos nuestra XXXVII Asamblea Plenaria, en los días comprendidos del 19 al 24 de abril de 1993.
Con la convicción de ser los “testigos del Señor Resucitado”, a la luz de su resurrección gloriosa, hemos tratado de ver la realidad de nuestra patria. Hoy nos dirigimos a toda la población guatemalteca con el saludo de Cristo el día de su resurrección: “La Paz esté con ustedes” (Juan 21, 20).
Este saludo, que entraña y preanuncia la renovación de la persona, de la sociedad y del mundo, contrasta con la realidad lacerante y angustiosa de nuestro país, expresada en hechos, situaciones y estructuras que aún persisten y que hemos denunciado en repetidas oportunidades.
Hoy quisiéramos señalar especialmente que nos causa enorme tristeza y preocupación el constatar que vivimos en una situación que no dudamos en llamar caótica.
- No se conoce un plan del Estado para atender efectivamente las graves carencias del pueblo guatemalteco. Tenemos la impresión de que se actúa únicamente a base de presiones y acciones de hecho por parte de los pocos grupos organizados del conglomerado nacional y con acciones coyunturales que buscan dar soluciones inmediatistas y desarticuladas.
- No podemos señalar una sola ley promulgada en los últimos años por el Poder Legislativo, que efectivamente responda a las urgentes necesidades de los pobres y tutele de verdad los derechos continuamente conculcados del pueblo.
- Una justicia ejercida en forma errática bajo presiones y componendas políticas, hace que persista el imperio de la impunidad, que alienta la criminalidad especialmente en quienes detentan el poder y poseen la riqueza y las armas.
- Como una maldición se abaten sobre el país el narcotráfico y la producción de amapola y mariguana.
- Frente a la creciente demanda de tierras, especialmente para los guatemaltecos que regresan, se ha desatado una criminal y desenfrenada especulación por parte de muchos terratenientes. Esta desorbitada especulación se vio alentada por la publicación de un reciente decreto del Ejecutivo que, -creemos que con recta intención- declarando de urgencia nacional la compra de tierras para los campesinos, dispensa al INTA y al Ministerio de Agricultura de cumplir los requisitos de licitación, cotización y otras medidas antes de comprar la tierra. Es de imaginarse hasta qué grado esta medida legal pueda favorecer la corrupción trayendo como consecuencia que los ricos se volverán más ricos y los pobres, más pobres, (cf. Decreto Gubernativo 3-93 del 21 de enero de 1993)
- En lugar de buscar soluciones a los graves problemas de la patria, se ha querido encontrar un culpable. Así se quiere culpar a los niños que nacen, aduciendo que todos nuestros males vienen a causa de la “explosión demográfica” y que, por lo tanto, todos nuestros males desaparecerán, si logramos reducir a cero la tasa de crecimiento en el país. Por eso no es nada extraño que el Congreso de la República haya pretendido imponer un Decreto 3-93 sobre “Población y Desarrollo” y el Ejecutivo haya aceptado la donación de más de siete millones de dólares para implementar programas tendientes al control de la natalidad en la forma más drástica, a través de la anticoncepción quirúrgica, es decir, la esterilización y el aborto, (cf. Decreto Gubernativo 965-92 del 1 de diciembre de 1992)
- Ante los problemas que nos aquejan, las palabras de Jesús: “Yo estoy con ustedes” (Mt. 28,20), nos llenan de ánimo y de esperanza. Dios ha enviado a Cristo para salvar a su pueblo. Él es el buen samaritano que recoge al hermano herido, despojado y abandonado y nos dice: “Haz tú lo mismo” (Lc. 10,37). Cada uno de los que creemos en Dios debemos unir esfuerzos para encontrar caminos de solución. Es hora de mostrar al mundo que los guatemaltecos unidos por una misma fe en Cristo, podemos construir una Guatemala mejor. | |
