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dc.creatorCusson, Gilles
dc.date1991-03
dc.date.accessioned2023-03-22T18:06:22Z
dc.date.available2023-03-22T18:06:22Z
dc.identifierhttp://repositorio.uca.edu.ni/3812/1/La%20manera%20Ignaciana%20Una%20experiencia%20fundante.pdf
dc.identifierCusson, Gilles (1991) La “manera Ignaciana” (Una experiencia fundante). Diakonia (57). pp. 51-54.
dc.identifier.urihttps://hdl.handle.net/20.500.12032/78233
dc.descriptionDespués de muchos años de estudios, investigación y práctica de la espiritualidad ignaciana, es preciso afirmar más que nunca la importancia capital de un principio hermenéutico: la experiencia fundamental de Ignacio como primer principio de interpretación de sus obras, tanto en sus escritos, como en su trato personal. Ignacio, se ha dicho insistentemente, lo sacó todo de su experiencia a la cual debemos remitirnos sin cesar, si queremos entender el sentido de lo que escribió, propuso y realizó. Es preciso comunicarse con ese mundo interior que le anima. Por ejemplo, el lenguaje usado por él, considerado en sí mismo, es pobre y tosco, pero referido a su experiencia interior resulta sugestivo, capaz de mil matices y lleno de inspiración. No debemos, pues, quedar presos de la materialidad objetiva, sino llegar a su mundo interior del cual no terminamos de descubrir su misteriosa lucidez. En otras palabras, el espíritu que anima la letra de Ignacio no se descubre a menos que encontremos la fuente de su experiencia profunda. Para entender la "manera ignaciana" hemos de ir más allá de la letra de sus escritos (Ejercicios, Constituciones, cartas), porque el contexto experiencial está siempre subyacente a sus decisiones, prescripciones y propósitos. Toda su espiritualidad brota de la raíz de sus experiencias a las cuales se refiere, a menudo, de forma implícita como fuente de inspiración. Ignacio es, a la vez, un hombre profundamente espiritual, interior, místico y visceralmente encarnado en el mundo, práctico y eficaz. Mira la realidad con lucidez, una mirada que emana de un mundo interior lleno de luz que irradia sobre las cosas. Jerónimo Nadal, que relacionó el espíritu de la Compañía con el de Ignacio y los dones insignes del Fundador, afirmaba que “el espíritu de la Compañía es una claridad que nos guía y nos abarca a todos". Después de Manresa y la iluminación del Cardoner, Ignacio vive situado ante la realidad a partir de una norma interior que es su experiencia de Dios, de un Dios volcado sobre el mundo que le implica en todas las cosas. Enlaza así con la más auténtica tradición de místicos que han impregnado su vida de su íntima relación con Dios.
dc.formattext
dc.languagees
dc.publisherCentro Ignaciano de Centroamérica
dc.relationhttp://repositorio.uca.edu.ni/3812/
dc.rightscc_by_nc_nd
dc.subject230 Cristianismo, teología cristiana
dc.titleLa “manera Ignaciana” (Una experiencia fundante)
dc.typeArticle
dc.typePeerReviewed


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