Description
Es importante pensar y programar, con fe y responsabilidad histórica, el futuro de la Iglesia de los Pobres (IP) en América Latina. En 1987 escribí un artículo titulado: "¿Dónde está nuestra fuerza? (Sobre el futuro de la (IP)". Recientemente escribí otro artículo: "Década de
los noventa: una esperanza para el tercer Mundo".
Escribo ahora este artículo en la línea de los dos anteriores, tratando de re-pensar nuestros esquemas teológicos y re-construir nuestra esperanza en la nueva coyuntura de los noventa. En la actual coyuntura centroamericana, sobre todo es urgente reconstruir la esperanza; es imperioso abrir caminos por donde pueda caminar el pueblo y la IP. La década de los noventa será una década difícil, pero no imposible. Todos los eventos acaecidos en 1989 en América Central, en Brasil, Chile, Europa del Este, etc., desafían nuestros análisis, nuestras teorías y nuestra esperanza. Estamos aplastados, aunque no derrotados. El Tercer Mundo está amenazado de muerte, sin embargo, también está amenazado de Resurrección. En nuestras tierras hay reservas humanas, sociales, políticas, culturales, éticas y espirituales incalculables. Es necesario diseñar una estrategia que nos permita avanzar y acumular fuerzas.
El presente artículo quiere insistir y profundizar, específicamente, en las Comunidades eclesiales de Base, cómo un futuro posible y liberador para la I.P. en esta década de los noventa. Evaluando las dos últimas décadas, valorizamos estas comunidades como el mayor acierto y riqueza de la Iglesia. Aunque son muy conocidas, comenzaremos re-definiendo brevemente estas CEBs; luego sistematizaremos su metodología fundamental y, sobre todo, el nuevo contexto histórico de estas Comunidades en América Latina; finalmente, expondremos las siete tareas que nos parecen más urgentes para que estas Comunidades respondan a la nueva coyuntura que vive América Latina, y de esta manera, se fortalezca el modelo de Iglesia llamado IP.
Hemos escrito este artículo después de la masacre de los seis jesuitas en El Salvador en noviembre de 1989, después de la invasión a Panamá en diciembre del mismo año, y después de las elecciones en Nicaragua el 25 de febrero de 1990. Nuestro contexto, por lo tanto, es "América Central Después". Un poeta ha definido nuestra Iglesia como "La Iglesia al Sur del Vaticano". Somos también, como América Latina, un continente al sur del Imperio. Vivimos una situación difícil; no obstante, esperanzados y agradecidos. Desde la esperanza con mucha fe y solidaridad, queremos proponer un camino concreto para la IP en la década de los noventa. Lo escribo iluminado y alentado por el espíritu profético de Monseñor Oscar Arnulfo Romero. Justo este año celebramos el décimo aniversario de su martirio.