dc.description | Nadie duda que la CNA constituyó un hecho histórico cultural de enormes repercusiones en la vida del país y sobre todo de su juventud.
La gran mayoría, por no decir, la casi totalidad de quienes participaron en la CNA la catalogan con toda decisión como la experiencia más rica, importante y trascendental de sus vidas. Cuando esta afirmación es vivencia sólida y presente de unas 90,000 personas y de unos 60,000 jóvenes de ambos sexos en un país pequeño, adquiere una fuerza social impresionante. Esa experiencia, nueva, profunda, total, con enormes repercusiones individuales y sociales se convierte en el punto de arranque de una nueva visión del sentido que puede tener la vida.
La CNA activó la unidad, la solidaridad, la generosidad, la humanización, el servicio, el sacrificio fecundo. El joven vivió plenamente para los demás y participó en ampliar las posibilidades de vida de los marginados. Enseñó y aprendió, se acercó e identificó con los campesinos, sintió las entrañas de su vida dura, austera, marginada, es el detonante de una nueva energía social dormida y aplastada durante demasiados años. Cuando esa energía encuentra su salida se presenta fecunda y generosa. Surgirán los colectivos de educación popular, el maestro popular... etc. La CNA hizo nacer un pueblo, fue el nacimiento de un nuevo pueblo. Un hecho educativo extraordinario es capaz de dar vida popular a un pueblo.
Pablo Antonio Cuadra, crítico pertinaz de la Revolución Sandinista reconoce al menos una herencia positiva de sus 10 años de vida., la base y organización social del pueblo, el núcleo, el grupo popular organizado y consciente que puede ser dinamizado y aprovechado para ulteriores conquistas sociales y políticas. La CNA comenzó a formar esa herencia, eso nuevo, eso desconocido en Nicaragua. Un pueblo nuevo, un pueblo dueño de sí mismo, un pueblo organizado, un pueblo con personalidad propia. | |