Description
El día del juramento en la plaza de la Revolución, 23 de marzo, uno de los alfabetizadores de nuestro colegio, chavalito de primer año de bachillerato, se partió literalmente el pie con un hierro filoso al pasar por las ruinas de Managua volviendo de la plaza.
Cuando yo lo vi regresar de donde el médico pensé que ya teníamos la primera falla en el número de nuestros alfabetizadores. El día 25 de marzo, cuando montábamos en los buses que nos llevarían a nuestros lugares de alfabetización, observé cómo un grupo de muchachos ayudaba al chavalito que iba con su mochila cargada y su pie vendado. Un estremecimiento me recorrió la columna vertebral y pensé: la alfabetización se hará; con gente así todo tiene que ser posible.
Pasamos de noche sobre el Rama. Alguien de entre los muchachos, que se las da de sabelotodo, nos dice que el puente no es otra cosa que dos árboles enormes echados sobre el río. La noche es tan obscura, y nuestro temor tan grande, que los que vamos dentro del bus no vemos nada: ni el río, ni el puente, ni nada. Tenemos tanto miedo a lo desconocido que nos callamos todos espontáneamente al pasar por el dichoso puente y aplaudimos al chofer cuando el bus logra pasar sin tropiezos el apurado trance.
La primera vez que volvemos a pasar, en pleno día, sobre el Rama nos reiremos de nuestros estúpidos temores. Se trata de un hermoso puente, con todas las de la ley que, sin embargo, nos dio problemas durante la Alfabetización porque no sólo el puente era hermoso; el Rama se volvía un gigante hinchado y furibundo apenas caía sobre la región cada lluvia de la temporada.
Llegamos a La Santos, Chontales, a las nueve de la noche. Los muchachos, emocionados y nerviosos, se forman delante del local, un billar, en el que dormiremos casi todos esa noche, antes de que nos repartan por el poblado al día siguiente. Cantan el himno de la Cruzada y al final, uno de los jefes del grupo grita: "Comandante Oscar Arnulfo Romero". Todos contestan: "Presente" y, luego, se ríen. El arzobispo de San Salvador, asesinado el día anterior, ha sido convertido, por obra y gracia de nuestro jefe de escuadra, en comandante guerrillero.