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dc.creatorCasaldáliga Plá, Pedro
dc.date1990-12
dc.date.accessioned2023-03-22T18:06:21Z
dc.date.available2023-03-22T18:06:21Z
dc.identifierhttp://repositorio.uca.edu.ni/3796/1/Reflexiones%20a%20pie%20por%20Centroam%C3%A9rica.pdf
dc.identifierCasaldáliga Plá, Pedro (1990) Reflexiones de a pie por Centroamérica. Diakonia (56). pp. 109-113.
dc.identifier.urihttps://hdl.handle.net/20.500.12032/78217
dc.descriptionHicimos la revolución contra las dictaduras. Ahora tenemos que hacer la revolución contra la "democracia", contra la democracia de ellos, su democracia, la falsa democracia, la democracia burguesa-electoral. La palabra "democracia" sigue siendo la segunda palabra más prostituida (después de la palabra "amor") porque se le hace significar lo contrario de lo que realmente tiene que significar "Democracia": poder del pueblo, para el pueblo, con el pueblo, desde el pueblo. Democracia sí, pero ¿qué democracia? ¿La de ellos? No, la del pueblo. Democracia real. Democracia popular. Imperio y antiimperialismo El imperio es, por definición, por su propia naturaleza, negación del Reino, negación del evangelio. Y, por tanto, el antiimperialismo es una actitud cristiana. El antiimperialismo debiera ser una cualidad de todo cristiano. Y esto lo podemos fundamentar directamente a partir de la esencia del mensaje central cristiano, a partir del mandamiento del amor. Este no se refiere solamente a las personas, sino que se extiende también a los pueblos. No sólo las personas somos hermanos, somos hijos de un mismo Padre y tenemos que vivir como tales. También los pueblos son hermanos, son hijos de un mismo Padre y tienen que vivir como tales, y respetarse unos a otros como iguales. Todo dominio de un pueblo sobre otro es contrario al amor, y a la voluntad de Dios. Siempre se habló del pecado personal, y ya se acepta con naturalidad que se hable del pecado social, estructural. Tenemos que llegar también a pensar y a hablar de "virtudes sociales, estructurales". El amor social, la fraternidad estructural. Porque Dios quiere que también los pueblos sean hermanos. El antiimperialismo sería una virtud estructural: porque del imperialismo depende la mortalidad infantil, el hambre de las masas, el subdesarrollo cultural y social, el sometimiento nacional, la conculcación de la soberanía de los pueblos... Nuestro amor social, nuestra fraternidad estructural nos exige defender la identidad de los pueblos. Defender su nacionalismo. Amar la Patria Grande. El antimperialismo es una exigencia de nuestra fe cristiana.
dc.formattext
dc.languagees
dc.publisherCentro Ignaciano de Centroamérica
dc.relationhttp://repositorio.uca.edu.ni/3796/
dc.rightscc_by_nc_nd
dc.subject261 Teología social
dc.titleReflexiones de a pie por Centroamérica
dc.typeArticle
dc.typePeerReviewed


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