Description
El tema que me han pedido discutir en este celebración del Séptimo Aniversario del asesinato del Arzobispo Romero, está inextricablemente relacionado con la vida y muerte de este extraordinario pastor de la Iglesia. La realidad centroamericana y más concretamente el giro crítico en la historia de El Salvador, durante el cual Oscar Romero fue llamado a servir a la Iglesia como Arzobispo, le proporcionó las posibilidades de un ministerio profético. El punto de partida de la profecía bíblica es siempre el clamor del pueblo. Las condiciones de deshumanización, el sufrimiento extremo causado por la injusticia y opresión sin nombre, por la crueldad atroz infringida a seres humanos para sembrar el terror entre ellos y mantenerlos sumisos, encuentran su camino hacia un corazón que está profunda e incondicionalmente comprometido con la voluntad de Dios.
El Dios bíblico es aquel que escucha el clamor del pueblo. Y el pueblo clama cuando el designio de vida de Dios para todos los seres humanos se ve claramente frustrado por un orden perverso creado y mantenido por otros seres humanos injustos. El designio de vida de Dios no puede ser llevado a cabo sino por aquellos que se tratan entre sí como iguales, como verdaderos hermanos y hermanas. Cuando la agitación de un pueblo, maltratado por la desigualdad y tratado como enemigo por otros, se deja sentir, entonces se hacen presentes las posibilidades de una profecía bíblica y cristiana. Sin lugar a dudas, el Arzobispo Romero se vio confrontado con esta agitación del pueblo de Dios en El Salvador, durante la noche del 12 de marzo de 1977. En la tarde de ese día había sido asesinado el Padre Rutilio Grande, jesuita y pastor de la parroquia católica de Aguilares y El Paisnal. La tormenta provocada por el amargo conflicto surgido entre los poderosos terratenientes, productores de caña de azúcar y sus colonos, había atrapado al Padre Grande.
Cuando sus restos mortales eran velados en la Iglesia parroquial de Aguilares, miles de campesinos permanecieron en la Iglesia y sus alrededores, rindiendo tributo a su pastor martirizado. Las manifestaciones de pesar y el testimonio de fe y esperanza del pueblo, afectaron profundamente al Arzobispo Romero, quien se encontraba presente entre la multitud. La sangre derramada del Padre Grande y la visión de los miles de campesinos apesarados, pero profundamente esperanzados, marcaron un cambio de corazón que lo llevaría a un ministerio profético, cuyo costo sería su misma vida.
Ellos son colectivamente un moderno "siervo de Yahvé" cuyas heridas e indescriptible sufrimiento, así como su firmeza y valor, constituyen una "señal" en medio del pueblo, una "luz de las naciones". Todos ellos han pasado por una terrible "noche del espíritu" y su fe se ha visto fortalecida después de haber tenido que soportar la visión de tanta deshumanización.
Con este trasfondo, el tópico que se me asignó adquiere toda su fuerza. Hablaré sobre esto con modestia y seriedad. Precisamente los rasgos que más llaman la atención de la Iglesia centroamericana, cuando en algunas regiones del mundo se oye su voz profética, son su pobreza y su reducido tamaño.
Enfocaré el tema dividiéndolo en tres partes para mayor claridad, tratando al mismo tiempo de no diluir la complejidad de los aspectos teológicos que vayan surgiendo.
1. El punto de partida del papel profético de la Iglesia centroamericana en la actualidad: los rasgos fundamentales de la realidad centroamericana.
2. Las posibilidades proféticas de la Iglesia centroamericana hoy.
3. La vida y la muerte a la luz de la fe.