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En este artículo me propongo abordar el acontecimiento de los acuerdos de paz conocidos como Esquipulas II, que tienen el potencial de encaminar hacia la paz a la región centroamericana. Ante este acontecimiento se configura para nosotros, cristianos, una responsabilidad de tal magnitud, que no es posible exagerarla. Me parece importante enfocarla desentrañando, primero, el giro político sorpresivo que implica y el tiempo de gracia que con él puede inaugurarse en nuestra historia. En segundo lugar debo tratar de poner este acontecimiento en relación con los anhelos de paz que recorren al pueblo centroamericano, especialmente a los pobres. Como tercer punto, central, me referiré al trabajo por la paz con que los cristianos deben responder al llamado latente en esta coyuntura. Abordaré en cuarto lugar la interpelación que esta coyuntura de camino hacia la paz presenta para la paz interna de la Iglesia, para la concordia entre los cristianos centroamericanos. Como quinto y último punto trataré de concluir estas reflexiones, en la frontera del análisis político y la reflexión teológico-espiritual, enfocando la necesidad de resolver los dilemas aparentemente paralizantes entre camino hacia la justicia y camino hacia la paz.
