dc.description | Entre las deficiencias atribuidas a la teología latinoamericana de la liberación por sus críticos figura la de su supuesta vinculación esencial a una concepción ingenuamente optimista de la historia, entendida como proceso irreversible de liberación de los hombres y de los pueblos. Una concepción así, se denuncia, dificulta o imposibilita que la Iglesia y los creyentes, en sus relaciones con el mundo, puedan tomar en serio la centralidad de la cruz de Jesucristo, rasgo esencial y específico de toda vida y teología auténticamente cristiana.
Estas voces críticas se acentuaron con ocasión de la celebración del Sínodo extraordinario de finales de 1985. Algunos comentaristas sostienen que la vigorosa reivindicación que en el Sínodo se ha realizado de la teología de la cruz -con la intención fundamental de moderar el excesivo entusiasmo con que el posconcilio entendió las relaciones Iglesia-mundo- supone, entre otras cosas, una descalificación implícita de la teología de la liberación y su supuesto optimismo histórico.
Se establece así una contraposición entre teología de la liberación y teología de la cruz que además de falsa puede resultar sumamente peligrosa. Falsa, porque como bien dice J. Sobrino "por lo que toca a la teología de la cruz, no habría ni que mencionarla en América Latina, pues la vida, la fe y la teología están hechas de ella". Peligrosa, porque creo que alienta en tal contraposición una errónea comprensión de la teología de la liberación y una concepción pervertida de la cruz de Jesucristo, capaz de legitimar el repliegue de la Iglesia sobre sí misma, al sentirse incomprendida por un mundo que está "en poder del maligno", o de justificar la pasividad resignada ante la injusticia que brota del "pecado del mundo" o incluso la aceptación gozosa de tal injusticia y el sufrimiento que lleva consigo como mediación que identifica sin más con el crucificado, invitando así a situar la esperanza simplemente "más allá de las estrellas".
El propósito de este artículo es doble. Quiere hacer ver, en primer lugar, que la teología de la cruz, tal como es entendida en la Relación final (RF) del Sínodo, no se opone a la teología de la liberación. Pero quiere, sobre todo, mostrar positivamente que la teología de la liberación es una teología de la cruz, sobre todo por ser una teología esencialmente vinculada a la opción por los crucificados de la tierra y su causa de liberación. | |