Description
El 24 de julio de 1966 mandó el cardenal Ottaviani -Proprefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe- una carta a los presidentes de las conferencias episcopales, preguntando sobre algunas tendencias peligrosas de la Teología y mentalidad católicas actuales. Al principio se pensó que fuese confidencial, pero pronto aparecieron comentarios en la prensa, y finalmente, Roma se decidió a publicarla en Acta Apostolicae Sedis. A partir de entonces, la carta se ha convertido en objeto de reflexión y discusión públicas.
La carta comienza con la afirmación de que es tarea de todo el pueblo de Dios llevar a la práctica todo lo que ha determinado el Vaticano II en orden doctrinal o disciplinar. Los obispos, por su parte, deben vigilar, dirigir y alentar (¡manteniendo el equilibrio de esas tres funciones!) ese "movimiento de renovación", de acuerdo con el oficio magisterial que les compete en comunión con el sucesor de Pedro. De hecho hay que lamentar, continúa la carta, abusos en la interpretación de la doctrina conciliar y opiniones atrevidas que turban a los fieles y que "en cierto modo" perjudican al dogma y a los fundamentos de la fe. La carta enumera diez ejemplos, subrayando que son ejemplos y, por consiguiente, no una exposición armónica y exhaustiva de esos peligros teológicos: sobre la Revelación, las fórmulas de fe, el Magisterio, especialmente del Papa, la existencia de una verdad absoluta, la Cristología, la Teología sacramental y en particular el concepto de transustanciación, sacramento de la Penitencia, pecado original, moral y ecumenismo. La carta concluye, encareciendo a los obispos que, conforme a la obligación de su oficio pastoral, protejan a los fieles contra esos errores, y ordenando a las conferencias episcopales que envíen a la Santa Sede una relación sobre el estado del respectivo país acerca de las cuestiones indicadas.
La intención de este artículo es proponer algunas reflexiones teológicas generales que se imponen o al menos se pueden hacer al leer esta carta. Entrar en la temática de los errores indicados, requeriría un trabajo teológico más extenso.