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El Vaticano II ha sido fundamental para la Iglesia y la teología en América Latina. La gran novedad de ambas -y esto hay que tenerlo muy en cuenta- no se explica sólo por el concilio, pero sin él tampoco hubieran sido posibles. Hay que recordar por una parte que la palabra conciliar cayó en una tierra latinoamericana ya preparada, abonada por el dolor de millones de seres humanos y por el deseo de que apareciese al fin como en tiempos de Jesús, un profeta y una buena noticia. Las incipientes reflexiones que se denominarían después la teología de la liberación, los movimientos populares y de las comunidades habían trabajado ya la tierra sobre la que caería la semilla del concilio. Pero por otra parte, fue también la semilla conciliar la que posibilitó que de esa tierra surgiese el árbol frondoso de una Iglesia de los pobres con todos sus frutos de solidaridad, compromiso con la liberación y testimonio martirial.
Visto en retrospectiva, sin embargo, esto no tuvo por qué suceder. No es tan evidente que el concilio pudiera producir los frutos de Medellín y de la Iglesia latinoamericana. Digámoslo desde el principio con claridad. El concilio fue fundamentalmente europeo y para europeos y no tuvo como su horizonte explícito la realidad y problemática del tercer mundo. Al nivel histórico el concilio miró al mundo con cierto optimismo y con afán de dialogar con él, a diferencia del horror -y el rechazo- que debiera haber causado una mirada al pecado del tercer mundo. Al nivel teológico están ausentes en el concilio temas tan latinoamericanos como la profecía, el Jesús liberador, el Dios de la vida, las comunidades de base, la persecución y el martirio. A pesar de los deseos de Juan XXIII, el cardenal Lercaro y don Helder Camara la temática de la Iglesia de los pobres fue prácticamente sofocada y eliminada a no ser en unas breves alusiones en la LG 8.
Y sin embargo sigue siendo verdad que el concilio fue fundamental para Medellín y la Iglesia latinoamericana. Aclarar este hecho aparentemente paradójico nos parece muy importante para comprender el concilio y para preparar el próximo sínodo universal de obispos.