dc.description | El profesor Alberigo me ha explicado que mi artículo debe ilustrar "cómo la integración y la tensión entre las Iglesias locales y la Iglesia universal constituyen uno de los aspectos permanentes de la estructura teológica de la Iglesia". Empezaremos por analizar dos maneras de entender esas relaciones.
La primera podría caracterizarse como una visión "descendente", una eclesiología "desde arriba". La relación entre la Iglesia universal y las Iglesias locales sería en este caso la que media entre el todo y sus partes. Filosóficamente, el todo se concibe como un totum potestativum en que las realidades inferiores participan de la naturaleza que posee en plenitud otra realidad anterior y superior. Desde el punto de vista de la organización, toda la autoridad reside en un órgano central desde el que es comunicada a las representaciones locales, como ocurre en una moderna empresa transnacional. Teológicamente, esta visión va asociada con la perspectiva que a veces ha sido llamada "Cristo-monista", según la cual, la autoridad que Cristo resucitado posee en cielo y tierra es compartida primera y plenamente por Pedro (o el papa) y luego comunicada por éste a otros (apóstoles y obispos) que, a su vez, la comunican a nuevos partícipes (presbíteros y diáconos). Es muy frecuente que esta visión lleve a identificar la Iglesia universal con la Iglesia de Roma, de forma que las relaciones entre la Iglesia universal y las Iglesias locales se concretan realmente en las relaciones entre aquella Iglesia y las restantes Iglesias, hasta el punto de que se llega a perder de vista que también la Iglesia de Roma es una Iglesia local.
Conforme a la segunda visión, que llamaremos "ascendente", no se entiende que el todo sea anterior a sus partes; más bien se supone que el todo existe, está constituido por, en y a partir de la realización de sus muchos elementos constituyentes. Todos los elementos intrínsecos y característicos que constituyen la realidad se dan individualmente; la relación por la que las realizaciones individuales se constituyen en un todo único tiene su fundamento en una participación común en una misma realidad constitutiva de todos ellos. Filosóficamente, las relaciones son mediaciones mutuas y el todo es co-constituido. Desde el punto de vista de la organización, los diversos vínculos existentes entre las realizaciones individuales, incluida la autoridad central unificante, derivan de la participación anterior y común en una realidad única, la expresan y están a su servicio. Teológicamente, esta visión se asocia a una perspectiva pneumatológica o trinitaria de la Iglesia según la cual, cada autor realización local manifiesta la plena realidad espiritual de la comunión en el Espíritu Santo de Cristo. De acuerdo con esta segunda visión, la cuestión propuesta como tema de este artículo podría sonar un tanto extraña, ya que la "Iglesia Universal" no es una realidad separada de las "Iglesias locales"; la Iglesia universal es la comunión de las Iglesias locales.
En las páginas que siguen, esbozaré una interpretación y una defensa teológica de una eclesiología de la Iglesia universal que empieza con la Iglesia local (una eclesiología "desde abajo") y pasaré luego a señalar algunas de las dificultades con que tropezaría la realización práctica de esta visión actualmente en la Iglesia católica. | |