dc.description | Para muchos cristianos comprometidos la oración constituye, hoy un verdadero desafío.
La vuelta a las fuentes de la vida cristiana, a las raíces bíblicas de nuestra historia, un nuevo modo de mirar el mundo y la vida, nos están enseñando a colocar -de manera nueva- la oración dentro de la realidad; a pasar de una oración alienada, dirigida, muchas veces, a un Dios lejano e impasible, a la oración a un Dios presente, que hace Historia con nosotros y nos compromete en la construcción de la FRATERNIDAD. Estamos aprendiendo a orar desde la vida, en la vida y para la vida: así podremos "dar razón de nuestra esperanza" en la síntesis oración-vida.
Pero... ¿cómo hablar de encuentro con Dios, de Esperanza, si casi todo a nuestro alrededor habla de vacío de Dios y desesperanza? ¿Cómo hablar de VIDA entre tantos SIGNOS DE MUERTE?
La palabra "vida" despierta, tal vez, en nosotros, sentimientos contradictorios. El mundo de hoy se nos presenta como una maraña de contrastes y contradicciones. Es un mundo de coexistencia de opuestos. Existen, por doquier, "signos de muerte" y "signos de vida".
¿Qué nombres tienen hoy? ¿Dónde están? ¿Quién los representa? La lista de los signos de muerte sería casi interminable: dominación, miseria, hambre, guerra, explotación, aborto, violencia, droga, violación de derechos, carrera armamentista, marginalización, endeudamiento progresivo, polución, egoísmo, alienación, orgullo, injusticia...
Están en todas partes, sobre todo en el Tercer Mundo... Los representan personas concretas, sistemas, instituciones nacionales o transnacionales, ideologías... fruto de la usura, del dominio, de la explotación, de la negación de la Fraternidad querida por Dios. Todos ellos constituyen la inversión del Plan de amor de Dios, el rechazo de los anhelos fundamentales de la persona y de la comunidad, ¡la victoria de la Muerte sobre la Vidal
El panorama de nuestro mundo nos revela una realidad de pecado personal, comunitario, social y estructural: el reino de la Anti-Vida. La negación de la fraternidad y solidaridad nos llevan, "en el plano individual y social, a cometer verdaderos pecados, cuya cristalización aparece evidente en las estructuras injustas que caracterizan la situación de América Latina".
Frente a esto el sentimiento que nos invade es, muchas veces, de una casi total impotencia frente a un enemigo invencible. Frente a él muchos cristianos se preguntan qué sentido tiene la vida..., si es posible hablar de "vida en plenitud" en medio de tantos signos de muerte...Si se puede todavía cantar la Esperanza cuando la experiencia de la opresión es más fuerte que la de la liberación...
Ahí se sitúa para nosotros hoy el desafío de la oración: rezar al Dios de la Vida desde una realidad de Muerte; agradecerle el don de la vida en una situación injusta de anti-vida; expresarle la alegría de sabernos amados por El -nuestro Padre- cuando tantos hermanos sufren y mueren tristemente; cantar canciones de esperanza cuando el canto parece ahogado por el dolor; buscar nuevas formas de vivir la espiritualidad cristiana dentro de un compromiso liberador que nos pide vivir en la esperanza e ir a Dios con oraciones y cantos de alegría. | |