Description
La Iglesia en El Salvador es bien conocida. Su opción por los pobres y -sobre todo- las consecuencias de esa opción: conflicto, persecución y martirio; su creatividad pastoral, litúrgica, doctrinal y teológica han llamado poderosamente la atención. Esta verdadera Iglesia de los pobres alcanzó su máxima expresión en tiempo de Mons. Romero, pero sigue siendo realidad con menor brillantez, pero no con pequeño mérito, entre quienes hoy prosiguen sus pasos. Indudablemente no toda la Iglesia salvadoreña es así; pero sí lo es aquella parte de la Iglesia que se ha mantenido fiel al evangelio, a Medellín y a Puebla, y que actúa como levadura dentro de toda la masa eclesial.
Sobre esta Iglesia de los pobres en El Salvador hemos escrito en otros lugares. No vamos a repetir lo dicho, sino que nos vamos a concentrar en un solo punto: la opción por la vida como el mayor y más urgente desafío del país a esa Iglesia. Esa opción es importante sistemáticamente para comprender a una determinada Iglesia como Iglesia de los pobres y en la coyuntura de El Salvador es absolutamente necesaria. Para la misma Iglesia esto significa esclarecer teológicamente su lugar de encarnación, el mundo real en que vive, y la misión que de ahí se desprende, como respuesta al desafío de ese mundo. No es esto, ciertamente, la totalidad de una Iglesia de los pobres; pero sin esto no podrá ser ni la Iglesia de Jesús ni una Iglesia salvadoreña, y con esto podrá desarrollar mejor la plenitud de su esencia y de su misión.
Todo lo que vamos a decir a continuación se resume en lo siguiente: El mundo de la pobreza es realmente un mundo de muerte y por esa razón la opción por los pobres es una opción en contra de la muerte y en favor de la vida. En la primera parte describiremos y analizaremos teológicamente ese mundo de muerte; y en la segunda, lo que debe ser la misión de la Iglesia en favor de la vida. Para iluminar esa misión citaremos a Mons. Romero de cuya inspiración sigue viviendo la Iglesia que hace esa opción.