Description
La compleja y confusa situación actual de la espiritualidad cristiana, tan necesitada de una amplia revisión y reformulación, sólo es comprensible a la luz de los procesos históricos por los que ha pasado el pueblo cristiano.
La Escritura no habla propiamente de espiritualidad, sino de vida según el Espíritu, ese Espíritu que desde el Génesis fecunda la creación y la historia (Gn 1-2), que habló a través de los profetas y que Jesús nos comunica con abundancia (Jn 3, 34). Ese Espíritu que guió toda la vida de Jesús desde su nacimiento en el seno de María (Lc 1, 35) es quien hace nacer la Iglesia en la Pascua (Hech 2) y conduce a la Iglesia a su consumación escatológica. Ese Espíritu es inseparable de Jesús y de su vida concreta y ha sido derramado sobre toda carne para conducir a los hombres y a la creación entera a la libertad total de la filiación y la fraternidad. Ese Espíritu es el que gime a través de los suspiros de la creación esclavizada, y su clamor es un anhelo de redención y liberación (Rom 8). Todo está animado por ese Espíritu, menos el pecado, al que la Biblia llama sarx: "carne" (de pecado).