Description
Pocas épocas de la historia de nuestra Iglesia se han visto tan agitadas. En verdad, se han tocado problemas muy vitales. Pero también un conjunto de circunstancias contribuía a difundir la conciencia de los problemas, el intercambio de las opiniones, el ensayo de caminos pastorales.
La II Conferencia General no brota del vacío. Responde a un proceso muy vital iniciado en toda la Iglesia a partir del Concilio. Y éste, a su vez, tampoco brota de la nada, porque había ya varios movimientos eclesiales preparando un clima de renovación: se profundizaba el movimiento bíblico ofreciendo a los católicos, un poco alejados de las fuentes de la Palabra de Dios, un conocimiento más rico, en armonía con la tradición eclesial. Existía también un movimiento litúrgico que dio sus frutos maduros en el primer documento conciliar. En la pastoral se sentía la fuerza renovadora de los movimientos obreros, vinculados a las intuiciones pastorales del Cardenal Cardijn.
Fue precisamente el que muchos juzgaron un "Papa de transición" el que marcó el rumbo de la Iglesia de los últimos 50 años del siglo XX. Juan XXIII quiso abrir las ventanas, para dejar entrar el aire que revitalizara una Iglesia, un poco cerrada en sí misma. El Concilio fue su gran obra. Pablo VI fue el gran heredero de estas intuiciones, y el que las lleva a la práctica.