dc.description | Unos han querido dar a los vv. 51-53 una interpretación puramente espiritualista e inofensiva desde el punto de vista social. Citemos a San Cirilo de Alejandría, quien creía que los "orgullosos dispersados y los poderosos derrocados" eran los ángeles caídos, los sabios de Grecia que habían rechazado el evangelio como una locura, los judíos incrédulos, etc. Otros, como San Alberto Magno, le han dado una interpretación llena de incidencias socio-políticas que conservan toda su actualidad hoy día: Los poderosos que Dios derroca son los que, gloriándose de su poder, lo utilizan sólo para oprimir a los pobres; el poder digno de tal nombre es sólo el que se ejerce dentro de los límites de la justicia y la equidad. A los que ejercen el poder según la voluntad, no según la razón, Dios les derroca de sus tronos. Maurras, en su Le Chemin de Paradis da una interpretación socio-política que le escandaliza: Critón se rebela al saber que un Cristo hebreo vendrá al mundo, rescatará al esclavo y, derrocando al fuerte del trono, colocará a los primeros más abajo que los últimos. Maurras, para quien el progreso es necesariamente aristocrático, agradece a la Iglesia que haya sabido acompañar el Magníficat de una música que atenúa el veneno, y que lo haya recitado en latín. En el otro extremo, militantes sudamericanos se alegran de que el Magníficat celebre la caída de los dictadores y de los grandes poseedores de riquezas y proclame el nuevo poder de los "sin poder" que triunfa de la violencia de los poderosos. Citemos una sola de sus adaptaciones de estos versículos: "Hoy nosotros diríamos: Todos los señores serán expropiados y nosotros nos reiremos... La Ley de un pueblo sobre otro será abolida, los objetos se convertirán en sujetos, consiguiendo sus justos derechos".
En medio de este mosaico de interpretaciones hay que buscar aquella que tenga más probabilidades de responder al sentido que Lucas quería dar a estos versículos. | |