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Las bienaventuranzas o bendiciones (con cierto olvido de las desventuranzas o maldiciones) han sido vistas por la tradición cristiana como parte esencial del mensaje cristiano. Se han leído en distintos contextos y con diferentes propósitos Unas veces se las ha leído “sapiencialmente”, esto es, con la actitud ante el mundo y con la vivencia religiosa de los libros sapienciales del Antiguo Testamento. Por este camino, que tiene algo de justificado, se ha recurrido a las bienaventuranzas para exaltar la dulzura y la resignación de los oprimidos y también para disculpar a quienes, no cumpliendo con la letra de muchos consejos evangélicos, se les ofrece la posibilidad superior de reconquistarlos espiritualmente. Otras veces se las ha leído “escatológicamente”, como si lo contenido en ellas poco tuviera que ver con la historia.
Frente a estas lecturas es importante intentar una lectura “cristiana”, esto es, una lectura que, apoyada en el propio Jesús y en su medio histórico, así como en los que son destinatarios primarios de su misión, recupere la verdad y la efectividad, que les compete. Esta lectura cristiana supone que los destinatarios principales del mensaje del Reino son los pobres y supone, además, que en este primer anuncio solemne del Reino se dibuja lo que pudiéramos considerar la carta fundacional de la Iglesia de los pobres. En efecto, al llamar a los pobres bienaventurados y bienaventurados en relación con el Reino, Jesús está señalando las directrices de una Iglesia al servicio del Reino. Si en el Reino son bienaventurados los pobres, si la Iglesia está referida al Reino, la Iglesia debe conformarse como una Iglesia de los pobres.
Desde esta perspectiva vamos a hacer una lectura de las bienaventuranzas en la doble versión que hacen de ellas Lucas y Mateo, que son los únicos evangelistas que las refieren. Precisamente esta doble versión es la que levanta el problema de cómo ha de entenderse la Iglesia de los pobres. Pero esta doble versión que mucho ayuda para la cabal comprensión de las bienaventuranzas remite a un fondo común, que también es preciso examinar. Serán las dos partes de este pequeño trabajo.