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Uno de los problemas que se plantea el cristiano que busca a Dios es la continua incongruencia de la realidad vivida con el ideal soñado. No aceptar la tensión dinámica y creativa entre utopía y realidad es fuente de seria desviaciones en la vivencia de la fe. Este trabajo enfoca el tema con claridad.
"La religión es el corazón de un mundo sin corazón”. ¿Qué quiere decir esta bella frase? Para la mayoría de los marxistas significa que solo en un mundo sin corazón (en un mundo inhumano) puede florecer la religión. En un mundo justo y reconcilia^ do desaparece la necesidad religiosa. Y por tanto la religión, para mantenerse, tratará de que el mundo siga sin corazón. Tampoco faltan cristianos que den la razón a estos marxistas: no nos debemos ocupar tanto por la justicia y el bienestar del hombre, porque está demostrado que cuanto más prósperos, ilustrados y avanzados son los pueblos, se vuelven menos religiosos. La religión es de los pobres, de los ignorantes, de los oprimidos, de los atrasados, de los que viven de la carencia y de la autonegación deseada o impuesta.
¿No podrá el cristiano, más aun, no deberá comprometerse de lleno para hacer un mundo con corazón? ¿No es ésta la única manera de ser cristiano en este mundo?