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Con motivo de la reunión de Puebla, un grupo de cristianos latinoamericanos se reunieron en Caracas en 1978. He aquí parte de sus conclusiones, recogidas en el trabajo “Reflexiones y problemas de la Iglesia que nace del Pueblo”.
De rechazar la encarnación de la fe en el compromiso concreto con proyectos históricos determinados, y de afirmar fácilmente que la iglesia es superior a todas las ideologías, nace -según creemos- una de las raíces más potentes, para asegurar que la fe cristiana y los proyectos socialistas son incompatibles.
Detrás de cada proyecto socialista, casi siempre se atisba al marxismo. Y se pretende comprender el marxismo como ideología, en el sentido de una filosofía global que pretende explicar el mundo excluyendo la fe en Dios. Además, se observa en el marxismo su carácter de proyecto histórico encaminado no sólo a explicar sino a transformar el mundo por medio de la lucha de clases. Y en esta lucha se descubre odio. En virtud de esta doble caracterización principal, ateísmo y odio entre las clases sociales, se declara al marxismo incompatible con la fe y la praxis cristianas, y en esta declaración se suele abarcar la mayoría de los proyectos socialistas.
