dc.description | El P. Codina explica cómo los pobres son una actualización de los clásicos criterios de discernimiento.
Vivir en un mundo en perpetua mutación supone una continua capacidad de imaginar y de optar por nuevas formas de existencia. Si afirmamos que los modelos son ya hoy inoperantes, debemos también afirmar nuestra búsqueda de nuevos estilos de vida. Esto implica para el hombre de hoy una continua confrontación con su libertad personal, con su conciencia, con su decisión. Y el cristiano no se halla más protegido en su caminar mundano que el no cristiano. La fe nos introduce en una historia concreta, en el misterio de Jesús. Pero, hoy vemos mejor que nunca que esta fe no nos ahorra la toma de posturas, ni el ejercicio de la libertad cristiana. La “esencia del cristianismo” debe ser actualizada continuamente en la existencia cristiana cotidiana y personal,
Esta situación humana y cristiana de intemperie espiritual nos obliga a buscar criterios de actuación y de discernimiento que puedan hacer válidas nuestras opciones concretas. En realidad, la misma fe ha sido fruto de un discernimiento espiritual, y la tradición ha ido elaborando criterios de discernimiento. La novedad no estriba, pues, en la búsqueda de criterios para la discreción espiritual, sino en que la discreción es hoy, seguramente más necesaria, por haberse ampliado el ámbito de la libertad cristiana. El pluralismo sociocultural, la diversidad de ideologías, la multiplicidad de experiencias humanas y espirituales, han roto la uniformidad doctrinal y normativa de siglos anteriores. Pero esta misma multiplicidad nos obliga a interrogarnos sobre la validez de criterios que fueron aptos para otras circunstancias, Es innegable que no se puede operar una ruptura total con la tradición espiritual del pasado, pero también es evidente la necesidad de reformular y actualizar las antiguas “reglas para discernir espíritus”. | |