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El Padre Sobrino ilumina desde la praxis misma de Jesús lo que el discernimiento cristiano debe ser.
Entendemos por discernimiento cristiano la búsqueda concreta de la voluntad de Dios, no solo para ser captada, sino para ser realizada. Entendemos el discernimiento, por tanto, no solo puntualmente, sino como un proceso en el cual la voluntad de Dios realizada verifica también la voluntad de Dios pensada.
Se nos ha pedido elaborar el tema desde la cristología, pues la eclesiología tradicional no parece responder adecuadamente al planteamiento radical que se le hace a la vida cristiana, concebida como discernimiento en el sentido explicado. Si las tradicionales estructuras de la existencia eclesial parecían ofrecer un cauce lo suficientemente cristiano para que a partir de la inercia de vivir en ese cauce ya se supiese y practicase la voluntad de Dios, la vida actual de la Iglesia -al menos en muchas regiones del mundo- está buscando una encarnación real y unas mediaciones concretas de vida cristiana que no se deducen ya de la inercia de las antiguas estructuras. La urgencia del hacer no exige ya solo - vagas determinaciones de lo que sea bueno o malo, sino la búsqueda de aquello concreto que en verdad haya que hacer.
Y la insistencia en algunos lugares en la reserva escatológica, necesaria por otra parte, no es suficiente para encarnar al cristiano en el mundo de hoy, sino que tiene su versión - peligrosa, pues el problema del discernimiento no termina de absolutizando lo histórico concreto, sino encontrando aquello concreto que hay que hacer, según la exigencia paulina - de un amor que nos urge.
Lo que este planteamiento significa es la superación de una comprensión simplemente ética del cristianismo, basada - en hacer el bien y evitar el mal, y avanzar en un planteamiento seriamente teológico de lo que significa el hacer cristiano. Planteado así el problema, el título de este artículo debiera ser evidente, aunque en éste -como en otros temas- muchas cristologías no lo han hecho evidente. Si ser cristiano es llegar a ser hijos en el Hijo, entonces el discernimiento cristiano ha de tener una estructura semejante - a la de Jesús, lo cual sólo se logra en su seguimiento. Lo único que hay que aclarar y no presuponer es en qué consiste el discernimiento de Jesús para que nuestro seguimiento pueda ser en verdad discernimiento.