Description
Conferencia dictada en las Pauluskirche de Frankfurt, durante la sesión académica conmemorativa del 50 aniversario de la fundación de “Philosophish-teologishe Hochschule Sankt Georgen”.
Al final de la conferencia sobre el tema "El hambre en el mundo y el anunció de la fe", que he tenido al Congreso Eucarístico mundial de Filadelfia, en agosto de este año, un periodista me preguntó: "Padre Arrupe, no tiene la impresión de haber exagerado un poco el discurso?". En aquella ocasión entre otras cosas, dije: “No actuará en nosotros con toda su fuerza el pan de vida, mientras no estemos dispuestos a dar pan a quienes están en peligro de vida". Desde Filadelfia pasé a Honduras, Guatemala, Venezuela... y continuamente me preguntaban por lo que había dicho en Filadelfia. Porque la televisión había presentado sólo las imágenes de las grandes procesiones y de la celebración vespertina del estadio. Faltaban allí aquellos de quienes se hablaba: los hambrientos del mundo. Visité después a mis hermanos que viven en maltrechas barracas en medio de los pobres. Celebré la Eucaristía en las iglesias improvisadas de los barrios pobres y distribuí el pan de vida a los marginados atenazados por el hambre. Después de la celebración de la Misa, se me acercaron muchos: entre ellos, también una madre de ocho hijos. No olvidaré jamás su rostro marcado por el hambre y el sufrimiento. Me dijo: "Padre General, no tengo nada que dar a mis hijos. Ruegue por mí, para que Dios nos envíe el pan". En aquel momento entendí con más claridad que nunca que no había exagerado ni en Filadelfia, ni en los demás lugares donde había hablado del hambre en el mundo. Quizás entendáis ahora por qué esta experiencia recientísima me ha venido a la mente, mientras pensaba lo que debería decir en Frankfurt, en esta ocasión solemne.