Cuenta él mismo, cuando tenía 16 años y todavía podía llamarse “muchacho”; Oscar, un joven soñador, ya había terminado el bachillerato, provenía de una familia modesta y sencilla y, a pesar del entorno, puso su mirada más allá de donde podían observar sus ojos. A esa edad, demostró su decisión por obtener lo que ansiaba. Como en muchas historias, Oscar tenía a su “Princesa”, una joven que gozaba de toda la atención de sus padres así como, de todo lo que le pudieran ofrecer por ser hija única.
El poder superar o al menos igualar todas esas atenciones, fue parte de la motivación de Oscar a no dejarse ganar y, más bien, luchar para conquistarla.
Obtuvo su primer trabajo y, por dos años fue ayudante en Telecomunicaciones, su función era montar centrales telefónicas esta experiencia le valió para conocerse y darse cuenta que podía funcionar muy bien como vendedor. Así fue como llegó a una empresa Avícola, en donde trabajó como vendedor detallista y mayorista.