A partir del fracaso que sufrieron los planteamientos de la teoría liberal de la economía (posterior a la depresión de los años 30), aparece la teoría keynesiana proponiendo la necesidad de un estado fuerte con funciones reguladoras de las actividades económicas a fin de poder dinamizar la demanda efectiva y sacar al sistema del profundo periodo recesivo en que había caído. Durante esa época comenzaba a tener importancia el sector de hidrocarburos en la matriz energética que mueve la economía, el cual por su propia naturaleza de recurso fácilmente agotable y generador de estructura de mercados monopólica u oligopólica requería de un control por parte del estado en las etapas de exploración, extracción, refinamiento y distribución, con el objetivo de mantener regulado uno de los elementos fundamentales del precio relativo de cualquier economía.
En la década de los setenta e inicios de los ochenta, la teoría keynesiana sufrió grandes cuestionamientos, siendo sustituida por el enfoque neoliberal que pone como sus dos
principales planteamientos, por una lado la necesidad de que sea el mercado el mejor asignador de los recursos de la economía y por otro lado, la perdida de beligerancia del estado con respecto al manejo y regulación de los principales sectores de la economía (entre ellos el sector de hidrocarburos). Esto implica que el estado debería dedicarse a actividades de menor importancia, que el mercado no está interesado en asumir (seguridad ciudadana, realización de trámites burocráticos, etc.).