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Aunque recientemente el “boom” en el precio de los alimentos ha mostrado síntomas de agotamiento, en los últimos meses ilusionó a varios observadores económicos, al punto de declararlo una oportunidad para aprovechar y mejorar los ingresos externos del país. Cabe notar que el fenómeno alcista parece no obedecer sustancialmente a los clásicos efectos inflacionarios provocados por el mayor consumo global de alimentos, producto esto a su vez de las mayores rentas de grupos poblacionales del centro y sur de Asia (China e India entre otros), ni a la utilización de materias primas que originalmente se destinaban para la elaboración de alimentos humanos y piensos para animales, ahora reorientados a la obtención de biocombustibles.
En el caso de Nicaragua, estas razones no parecen dar cuenta del problema, pese a que el tema de los biocombustibles y el fenómeno de los países asiáticos se presenta cada vez más cercano a nuestra realidad. Sin discutir que los fenómenos globales de nuestro tiempo tienen una innegable incidencia en nuestras pequeñas economías nacionales y locales y que hay una inflación global, nuestra realidad presenta sus propias particularidades.
Si observamos el comportamiento de los rendimientos y precios de los factores relacionados con la producción de alimentos, constatamos que dada la actual estructura de costos, no es claramente rentable producir más y mejor. Es importante aclarar que no es lo mismo hablar de productividad (relación trabajo y producto), ejemplo PEA/PIB y eficiencia agropecuaria, que hablar sobre el comportamiento de los rendimientos (resultado de todo proceso productivo sea magro o abundante).