Laboré durante 41 años como profesora de educación primaria, desde 1947, y a partir de entonces he venido observando cambios en nuestro sistema educativo; con algunos de ellos he estado de acuerdo. Reconozco que los cambios obedecen, por una parte, a la evolución natural del género humano; por otra, a las dinámicas sociales, pero también a las reformas que en cada sexenio los gobernantes y responsables del sector educativo desean imponer. En ocasiones, estos cambios provocan en los involucrados en la educación actitudes fanáticas, y en otras, de sumisión.