dc.description | Pocas fronteras en el mundo son tan grandes, tan complejas y tan cargadas por el simbolismo como la que separa a México y a los Estados Unidos. De un lado, la identidad de México está firmemente enraizada en la herencia latina o, mejor dicho, española. Del otro, los Estados Unidos de América son, sin lugar a dudas, la nación que representa el máximo triunfo de la cultura anglosajona, con todas sus peculiaridades. Así, separados por la cultura y unidos por la geografía, México y Estados Unidos comparten dos siglos de tormentosa historia, marcada por el recelo, las continuas intervenciones políticas y, particularmente, por la invasión que le costó a México más de la mitad de su territorio. En vista de lo anterior, se realiza un análisis respecto a las formas particulares que, debido a los fenómenos como el boom petrolero o la guerra fría, asumió esta relación entre gobiernos en el periodo de 1976 a 1982, es decir, el de la administración de José López Portillo como presidente de los Estados Unidos Mexicanos, porque a López Portillo, producto y protagonista por
excelencia del sistema político mexicano, le correspondió tener como colegas en la Presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica a dos de los hombres más contrastantes que hayan despachado en la oficina oval, Jimmy Carter y Ronald Reagan, íconos, respectivamente, de los partidos Demócrata y Republicano, que
durante décadas han controlado la política en aquel país.
Por tanto, el relativamente corto espacio de seis años, se convirtió en un
microcosmos de los contrapesos, prejuicios y motivaciones de la relación bilateral,
aderezados por las peculiaridades personales de los líderes y de las
circunstancias de la política interna. | es |