El presente proyecto aborda una intervención a una empresa familiar jalisciense con cuatro décadas en operación, la cual ha sido administrada por su socio fundador y su familia. Dado la eminente jubilación o retiro por parte del fundador de la empresa, inician los cuestionamientos básicos de quien será el integrante que logre dar la continuidad a lo construido por tanto tiempo. Sin embargo, más allá de elegir a quién será el sucesor del negocio, surge otro cuestionamiento medular: ¿cómo se hará para que la familia logre continuar con la empresa?
En el proceso, el negocio ha tenido la necesidad de evolucionar y convertirse en una empresa competitiva, para lo que se han implementado sistemas de calidad, a fin de obtener una mejora continua de sus procesos operativos y administrativos. Con la visión de crecer y el objetivo de trascender, también se vuelve indispensable la necesidad de realizar cambios estructurales dentro de la empresa y comenzar a desarrollar una nueva directriz que permita mantener los valores de la familia y consolidar a la organización. Es por esto que, mediante la indagación apreciativa, se logra crear un Protocolo Familiar como primer paso para su proceso de institucionalización