La apertura crítica que ha dado lugar a la crisis de los fundamentos del orden civilizatorio y cultural denominado posmodernidad, confronta directamente la realidad educativa. Toda vez que ésta última adquirió su consolidación histórica y hegemónica a partir del tránsito de la humanidad a su "mayoría de edad" (Kant). La razón como discurso tendiente a una materialización social pronto empezó a reivindicar su carta de ciudadanía institucional: el estado político "el gran pedagogo" (Gramsci).