La respuesta óptima a choques externos adversos en una economía implica la elección de un régimen cambiario. Mientras que las teorías tradicionales inspiradas en Mundell-Flemming respaldan un tipo de cambio variable, la evidencia muestra que los bancos centrales intervienen regularmente en los mercados de divisas. Una de las razones para estas intervenciones se basa en las consecuencias de las grandes depreciaciones, que provocan efectos hojas de balance negativos en economías con pasivos
dolarizados, como lo demuestran Benigno et al. (2013) y Devereux y Poon (2011).