Según una de las historias bíblicas del pueblo escogido de Dios, el tamaño individual no era importante, ya que David siendo un persona joven, relativamente débil, pero con una gran fe en el creador, venció al gigante filisteo Goliat. Muchos siglos después, en un mundo globalizado, las acciones individualizadas basadas en la valentía y respaldadas por la fe ya no son eficaces, pues el mercado exige que cada vez más grupos de países se integren y negocien como bloques por medio de sendos procesos de negociación y coordinación que irán conformando y consolidando mercados. De estas circunstancias no se escapan los cinco países que conforman el Mercado Común Centroamericano (MCCA) y que se encuentran desde hace varias décadas intentando impulsar un proceso de integración económica, el cual se ha acelerado en los últimos tiempos como producto de la firma del CAFTA y de la posible consolidación de un Acuerdo de Asociación con los países de la Unión europea. Dos esquemas de mercados globalizados que le han exigido a Centroamérica tratar de funcionar como una región, al menos en el área aduanera. El planteamiento anterior no se ha logrado porque la región centroamericana en su conjunto, y los países en particular, han asumido tantos compromisos que se diluyen entre los términos formales de los acuerdos y la falta de consenso a nivel interno de los países y como región en su conjunto. No obstante, el interés que ha mostrado la Unión Europea al tratar de establecer un Acuerdo de Asociación con Centroamérica representa en estos momentos una oportunidad, tomando en cuenta que es la que ha avanzado más firmemente en un proceso de integración económica para el desarrollo, y no tanto en el ámbito comercial.