Hay un lugar en la Universidad Centroamericana (UCA), donde se escuchan los pasos sin interferencia alguna y un estornudo retumba con eco; donde el jolgorio característico de los pasillos y corredores del alma mater desaparece y el volumen de las voces reduce al mínimo sus decibeles: Su biblioteca, ¡lógico!, ahora remozada y estrenando un sistema amigable entre los usuarios y el conocimiento impreso en los libros.