El hippismo ha aparecido como el más durable y el más profundo de los movimientos juveniles que han aparecido en estos años tormentosos transcurridos desde la última guerra mundial. Y es un movimiento específicamente diverso de las pandillas juveniles delincuentes. El hippismo es un movimiento internacional, que predica el amor y la paz, la alegría de vivir y la rebelión pacífica contra nuestra sociedad bélica e industrializada: sus armas son las flores y la música. Los festivales hippies han convocado muchedumbres inmensas de jóvenes, pertenecientes a todas las clases sociales y a todos los países del orbe. Y se han tenido en lugares tan distantes como estados Unidos de América, la India y Europa.
Un movimiento de tal envergadura ha de hacer reflexionar al filósofo, atento a los avatares de la historia y de la sociedad. No podemos ignorar al fenómeno, como pretenden los hombres sesudos de nuestras sociedades capitalistas. Ni podemos reducirlo a un mero capricho juvenil de adolescentes despreocupados y haraganes, que no cuidan del atuendo ni de la limpieza de sus cuerpos y se reúnen para quemar mariguana en busca de una evasión. Si el hipismo lleva más de una década de existencia y sus ondas se expanden a un número creciente de adeptos en las diversas naciones de la tierra, quiere decir que a tal movimiento subyacen ideas universales, que concuerdan con los ideales de una gran parte de nuestra juventud. Y esto debe acuciar la investigación de los filósofos sociales.
Esto pretendemos en nuestro estudio. No queremos caer en tópicos sociológicos, sicológicos o morales. Tampoco queremos pecar de superficiales, aplicando epítetos despectivos de hombres normales, ante una corriente que desconocemos y que no nos importa llegar a comprender. Es fácil condenar como anormal a cuanto no concuerda con nuestras costumbres. Pero cuando una corriente humana es tan universal la prudencia nos aconseja que pongamos en tela de juicio nuestra propia normalidad. Como anota Gilson. “cuando nos vemos rodeados de locos por todas partes, debemos preguntarnos sinceramente si la locura no está en nosotros”.
Vamos a reflexionar filosófica y personalmente sobre este fenómeno sociológico de nuestros días. No podemos avalar nuestras opiniones con citas de pensadores contemporáneos, porque no hemos encontrado ningún estudio filosófico sobre el hippismo. Valga nuestro ensayo como introducción a esta veta filosófica aún no estudiada con la seriedad que se merece.