Elie Wiesel, premio Nobel de Paz en 1986, afirma, haciendo referencia al Holocausto, que los muertos de los hornos crematorios no descansan en ningún cementerio, sus cuerpos se han transformado en espirales de humo, su único lugar es la memoria de los supervivientes y de los que nacieron después. Si éstos olvidan, matan por segunda vez. Si las victimas permanecen en la memoria del hombre, éste tal vez tenga fuerzas para configurar el presente y el futuro más humanamente que lo hiciera en el pasado.