El desarrollo de la sociedad humana se debe indudablemente a todos los adelantos técnicos que la fecundidad de la mente del hombre mismo ha realizado. Logros que inciden en muy variados campos, tantos como áreas de conocimiento se conocen hoy en día, y que constituyen el testimonio de la importancia que la actividad intelectual tiene para la sociedad en general. Por lo cual resulta hasta superfluo reivindicar la necesidad de que la sociedad, a través del estado, proteja e incentive la actividad creadora.