La que hoy presento tiene que ver con la situación espiritual del derecho penal moderno, y con las posibilidades de éste frente a los retos del nuevo siglo. Se trata de una reflexión sobre los cambios que se estén sucediendo en el marco de la reforma penal de muchos países del así denominado “primer mundo”. Un derecho penal que parece ceder a la tentación de reconducir sus esfuerzos por los mares tormentosos de una ley que ha ido perdiendo sus antiguas ataduras políticas y a los usos del poder, en una dimensión nunca antes vista.