El proceso penal requiere de un examen a fondo de sus estructuras y contenidos, para allanar los caminos y acercar la administración de justicia a las víctimas, escucharlas, comprenderlas, atender a sus expectativas y necesidades en forma prioritaria, hacerles partícipes en el proceso y en la ejecución de la sentencia, llenar de humanidad el Proceso Penal. Este examen debe tener como punto de partida el concepto mismo de “víctimas del delito”, para diseñar los instrumentos que faciliten la resolución efectiva del conflicto generado por el delito y la reparación a las victimas evitando la victimización secundaria de quienes participan en el proceso.