En una clase muy productiva y característica de la Ibero,
la química María Eugenia Arrechu comentaba que existía
cierta igualdad de oportunidades entre comunidades urbanas
y semiurbanas, pero la ex alumna Adriana White Arnauda
expuso la situación que su papá veía a diario como profesor
en un bachillerato general en una comunidad relativamente
cercana a la capital de Puebla, donde la actividad
económica gira en torno a la maquila, la construcción y el
campo, con salarios bajos, que oscilan entre los 600 y
1 000 pesos semanales, con cero prestaciones; donde estudiar
el nivel secundario ya era un enorme logro, no hablemos
de la universidad, porque con las pocas ofertas cercanas a
la comunidad, hace diez años, y el salario tan bajo, la única
salida era ingresar a un taller de costura como la más cómoda
opción, de aprendiz de albañil o campesino, así, día tras
día por muchos… muchos años, con el alcoholismo tan al
alcance de todos y a cualquier edad.