La comunicación social tiene potencial importante para ponerse al servicio
de las políticas públicas sobre el cambio climático. Es válida en
todo lugar y cultura. Es una precondición esencial del diálogo que requiere
la sociedad para concertar acciones a in de enfrentar el fenómeno. Y es un
recurso apropiado para generar condiciones psicosociales que fomenten el
optimismo en la humanidad a pesar de la crisis. También es vital para debilitar
las barreras cognitivas y culturales que diicultan que las personas expresen
comportamientos que pueden facilitar una adaptación apropiada a las nuevas
condiciones climáticas, o atacar las causas del fenómeno o protegerse de los
efectos de la variabilidad climática. Cualquier política sobre este problema
que no cuente con el insumo apropiado y bien organizado de la comunicación
tiene alta probabilidad de fracasar porque todas sus metas dependen de
percepciones y comportamientos de individuos y comunidades sobre las cuales
la comunicación ejerce inluencia.