| dc.description | Las temáticas sobre las que trata este estudio –especialmente la ciudadanía y la intermediación política– no son, en modo alguno, novedosas. Sin embargo, las mismas han adquirido un interés renovado durante las últimas dos décadas, lo que se ha expresado en la prolífera literatura internacional sobre esas cuestiones, así como en la importancia en el debate público, especialmente el tema de la ciudadanía. Ello a raíz en gran medida de una serie de procesos –económicos, políticos, sociales, culturales— que han acontecido a escala mundial y que, a pesar de sus impactos diferentes, han tendido a reconfigurar las relaciones políticas entre las sociedades y los Estados. La revolución tecnológica y el aumento vertiginoso de los flujos mundiales de la información, la liberalización económica (comercial, financiera, de capitales), la creación de bloques comerciales y experiencias de integración regionales, la universalización de valores (la democracia como valor, por ejemplo), y fundamentalmente de derechos (derechos humanos, individuales y colectivos, como los referentes a los pueblos indígenas), entre otros procesos, han impactado fuertemente en las culturas políticas nacionales y locales, en las formas de articulación entre lo local, regional, nacional y global, en las identidades personales y colectivas, la formación y transformación de sujetos sociales y en la ciudadanía y la intermediación política, para señalar algunos de los asuntos sobre los que tratamos en esta publicación. En relación con las temáticas capitales del estudio la ciudadanía y la intermediación política como relaciones políticas asistimos a escala mundial a varios acontecimientos de cierta relevancia que se relacionan con los procesos, actores, canales y ámbitos de sus desarrollos, pareciendo desdibujar las fronteras entre lo nacional y lo transnacional; mientras que en el primer ámbito han tendido a reconfigurar las clásicas antinomias de la modernidad: político-social, público-privado, individuo– comunidad. Uno de estos procesos, de los más importantes, ha sido la explosión de las políticas de identidad, –étnicas, de género, culturales, entre otras–, que reclaman justicia social a partir de las diferencias y diversos sentidos de pertenencia, y que se traducen, siguiendo a Smith (1998:321),en la centralidad que la cultura y la identidad tienen como recurso movilizador de la acción colectiva, mientras que se debilitan otras fuentes tradicionales, como la clase ola nación. | |