dc.description | La vida de las mujeres se ha visto marcada por su inequitativo acceso a los procesos de desarrollo y toma de decisiones por su condición social, étnica, cultural, política o económica. Dentro del marco de la convivencia social, las condiciones de vida de las mujeres han sido y son marcadamente inferiores a las de los hombres, en educación, salud, ingresos, participación política, reconocimiento público y acceso al empleo, a la propiedad y la riqueza. Las mujeres tienen menos recursos materiales, estatus social, poder y oportunidades para su autorrealización que los hombres en similar posición. Esta situación se traduce en una cuasitotal privación y marginación de las mujeres en todos los ámbitos y en todas las culturas. Tradicionalmente el acceso de las mujeres a las estructuras de poder formal y la posibilidad de ocupar puestos clave vinculados con la toma de decisiones ha sido mínimo en relación al porcentaje de población femenina. Nuestra sociedad y nuestra cultura relega a la mujer a la esfera privada, a lo doméstico, y la política es asunto de hombres. A pesar de que las mujeres han desarrollado una activa participación ciudadana y han realizado aportes significativos en los procesos políticos y sociales del país, su representación en puestos de alto nivel o en cargos de elección popular, a nivel público y del sector privado, es poco significativo. Esta situación es resultado directo de la exclusión política y la división sexual del trabajo, factores que han construido una cultura de normas, leyes, instituciones, costumbres y valores que establecen fuertes barreras para la participación de las mujeres, su acceso a puestos de decisión y la administración de recursos y bienes. | |