| dc.description | Según Mischel (1990), el conjunto de características que la persona manifiesta en su interacción con otros y con el medio que lo rodea, constituyen los rasgos dominantes de su personalidad. Un rasgo de personalidad puede ser la sumisión o la rebeldía expresada ante una situación nueva; así como también la practicidad o la imaginación con la que se resuelve un problema. Cada persona tiene una personalidad distinta a la de las demás, porque en el desarrollo de la misma intervienen factores intrínsecos y extrínsecos de ella. Villanueva (l985), indicó que un factor importante lo constituyen las experiencias positivas y negativas que se viven a través del tiempo. Dentro de ellas se encuentra el amor que los padres proporcionan a su hijo, que aumenta en éste la seguridad de sí mismo; así como también, el rechazo, un accidente o el maltrato físico que pueden provocar el desarrollo de características como el temor, la inseguridad y la dependencia. Agregó que, el grado de maduración psicofisiológica y el funcionamiento de los procesos bioquímicos, también afectan la formación de la personalidad, por lo que el nivel de actividad de una persona puede acelerarse o retardarse si alguna de sus hormonas, en algún momento, deja de funcionar adecuadamente. Por otro lado, como afirmó Pervin (l979), hay que tomar en cuenta la educación que la persona recibe en su casa y en la escuela, y los mensajes que la sociedad transmite a través de sus costumbres y de las fuentes religiosas, como en el caso de las sociedades machistas donde las mujeres tienden a ser más sumisas que los hombres. Sea cual fuere la influencia que reciba una persona sobre la conformación de sus rasgos de personalidad, la interacción que se da en una situación social es capaz de modificar, crear o extinguir características, para que la persona pueda desarrollarse individualmente y dentro de un grupo. | |
