Las paredes de Montevideo hablan con un lenguaje extraño: garabatos ilegibles se mezclan con letras de canciones, afiches de varias temporadas con consignas políticas o chistes sexuales. Entre tanto murmullo solo a veces se distingue el verdadero ingenio en un dibujo o en una leyenda, como en aquella que en plena crisis económica del 2002 proclamaba: “¡Basta de realidades, queremos promesas!”. Pero a veces las paredes hacen demasiado ruido y ya no se puede entender la ciudad repleta de trazos caprichosos y palabras desordenadas que tapan monumentos, plazas y edificios.