Todo está en movimiento y sin embargo es distinto. Luce como cualquier ciudad de Japón, pero al bajar del tren ya se siente diferente. No engañan sus edificios nuevos, ni tampoco el ritmo de su gente caminando de un lado al otro. De inmediato se percibe que allí la historia cambió en un segundo, un 6 de agosto 65 años atrás.