El fútbol, que tuvo sus primeras manifestaciones a inicios del siglo XIX, ha crecido como el deporte más popular, rentable e influyente del planeta. Ha desarrollado una capacidad comprobada para cruzar fronteras étnicas, geográficas, lingüísticas, religiosas y territoriales, ofreciendo una invaluable forma de construir puentes entre comunidades, sociedades y Estados. En 1904, dada la importancia y popularidad que este deporte había adquirido a nivel internacional, nace la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA).
Desde entonces, los dirigentes de la organización se han encargado de construir un ecosistema en donde se le ha ubicado en el centro de la cultura del deporte mundial. Por el fortalecimiento de sus capacidades económicas y políticas, y con el auge de una sociedad globalizada en el siglo XXI, la FIFA se ha convertido en un aliado de las naciones más importantes del mundo bajo el lema del ‘poder del fútbol’ el cual ha sido implementado por el presidente Gianni Infantino. Entonces, resulta necesario estudiar el posicionamiento de la organización en el sistema internacional, y preguntarse por las repercusiones que se pueden generar, tomando en cuenta la libertad, la legitimidad y la irreverencia con que la FIFA está acostumbrada a operar.