dc.description.abstract | Hablar de filosofía puede, en ciertos casos, servir para despejar dudas e incógnitas, o por lo menos para aclarar problemas epistemológicos: ¿cómo y de qué manera formulamos conceptos? y ¿qué entendemos por conocimiento? resultan planteamientos ineludibles en la mesa de trabajo del filósofo. También se acostumbra utilizar las herramientas filosóficas para reflexionar sobre cuál sería el proceder más recomendable. ¿Qué hacer cuando se presenten los aprietos y conflictos? ¿Qué conducta seguir? ¿Qué valores asumir? resultan los típicos cuestionamientos que el común de los mortales se hace todos los días; no obstante, se encuentra muy lejos de atinar con una respuesta conclusiva.
Nadie puede negar que la pregunta ¿qué se debe hacer? es un tanto trivial. Nadie pone en duda que posee un significado y un propósito comprensible para todo ser humano. Pero con todo y lo trivial de su presentación, posee la curiosa facultad de arrastrar tras de sí dos mil quinientos años de reflexión moral y aún no se ha dado con la respuesta que solvente de una vez por todas las situaciones prácticas por las que cotidianamente debe pasar el hombre. O para decirlo en dos platos, la pregunta no ha cambiado en todo este tiempo, a pesar de los pesares, y más allá del por qué son tantas las respuestas que se han dado, no pueden los entendidos en la materia hacer otra cosa que no sea maravillarse de la riqueza tanto teórica como práctica del ser humano. | es_ES |