Las facilidades de acceso a la información son un arma de doble filo:
los jóvenes tienden a conformarse con fuentes que están a la mano,
en Internet o en las ventas informales, sin importar la calidad y
autenticidad de las mismas. Tampoco se entusiasman por aquellas
tareas que exigen algo más que copiar y pegar contenidos.
Por ello los docentes deben estimular la lectura, el racionamiento
y la reflexión, estrategias que pueden enriquecer el proceso de
enseñanza. Un poco de memorización tampoco está demás a la
hora de estimular el cerebro en nuestra era digital