El ex presidente Álvaro Uribe Vélez ha sido uno de los personajes políticos más controversiales de las últimas décadas en nuestro país. En el año 2002 con su elección como presidente de la república, logró una ruptura en las tradiciones político-electorales, que se enmarcaban en la tendencia de elegir a un candidato del partido liberal o del partido conservador. Por primera vez en la historia política colombiana se elige a un disidente de los partidos tradicionales, incluso por encima de candidatos de renombre y tradición. Su influencia política ha sido tan importante, que logró convencer al Congreso de la República para que aprobara el Acto Legislativo 02 del 2004, el cual hizo viable la reelección presidencial por un periodo más. Esta trasformación de la Constitución Política de Colombia trajo consigo un desbalance en el sistema de pesos y contrapesos, y generó así que la Rama ejecutiva fuera dotada de un poder excepcional. El segundo periodo presidencial, el Estado Comunitario es seguido de un discurso enfocado a recuperar la confianza inversionista y la cohesión social, que dejaba entrever un proyecto político que necesitaría de un tercer mandato. Aparece así la propuesta discursiva de instaurar un Estado de Opinión, como la necesidad de fortalecer la gestión gubernamental del Estado Comunitario, por medio de la opinión pública. Se presenta aquí, un magnetismo que converge en una trasformación discursiva, y es el tema de análisis de esta investigación.