En una visión neoliberal y economicista dominante en el desarrollo colombiano, surge la economía solidaria como una alternativa diferente de relacionar la economía, el ser humano y su contexto, en donde su objetivo va más allá de acumular capital, sus acciones son motivadas por valores éticos como la solidaridad, la cooperación y la justicia. Sin embargo, a pesar de que esta vivencia práctica encuentra expresión en millones de personas en el país, la economía solidaria sigue siendo un elemento marginal en el accionar público reflejándose en la débil institucionalidad constituida para el sector. Este es el caso de la Superintendencia de la Economía Solidaria, entidad pública encargada de supervisar a las organizaciones solidarias con el propósito de preservar los principios de la economía solidaria, que desde su creación presenta una estructura débil en su esquema funcional y de soporte reflejado por la falta de personal capacitado y especializado, la poca articulación y la baja productividad en su gestión. Por ello, el presente artículo propone a través de un estudio organizacional, analizar la capacidad institucional de la Superintendencia, para así identificar los elementos estructurantes de cambio, y como conclusión del artículo plantear una nueva estructura organizacional que le permita cumplir a la entidad con su misión.